miércoles, 19 de enero de 2011

¿Soledad?


El otro día decidí que mi tarde la pasaría conduciendo, así lo hice, llené el deposito y me puse en camino, es extraño que todo el tiempo fuese pensando hasta dónde llegaría que me encontraría y de pronto miré por la ventanilla y sentí una fuerte presión en el pecho y lo único que pude hacer fue parar.


Me encontraba en medio de ninguna parte sin batería en el móvil y creedme cuando os digo que no me importaba, me senté en el capó del coche y lo único que hice durante 10 minutos fue mirar hacia la inmensidad del paisaje, como si esperase la respuesta a una pregunta que no había formulado...Estaba sola pero no me encontraba sola, una extraña sensación que tengo la mayoría de las veces, como si mi propio ser fuese suficiente para alimentarme.


Y de pronto paso un coche y el conductor al verme allí, sola, mirando a las musarañas, decidió parar y dar marcha atrás, cuando me pregunto si se me había parado el coche, le respondí que no, a lo que el me contesto ¿entonces que haces aquí, parada? Y mi respuesta fue: no lo sé.


Siempre recordaré la cara de ese chico como si yo acabase de escaparme de un manicomio, pero aunque su cara decía eso, aparcó y paró delante del coche y se sentó a mi lado y nos quedamos los dos sin decir una sóla palabra mirando a las musarañas, de pronto como si mi cerebro volviese a funcionar me di cuenta que tenía a un completo desconocido a mi lado que estaba parada a saber dónde y que en caso de que me fuese a matar mi móvil no estaba operativo ¿y sabéis que? No me importó, lo miré durante un rato y cuando el me respondió la mirada acerqué mi mano y le dije: hola, mi nombre es Nazaret...


Estuvimos hablando durante 3 horas, sin hacer nada más que eso, hablar, sabíamos que no nos volveríamos a ver y creo que en mi vida he sido más sincera con otra persona, me daba igual que me juzgase y por lo visto y escuchado a él tampoco le importó ser sincero.


Pero todo tiene un final y el nuestro fue el silencio, como comenzó, finalizó, me baje del coche y el me imitó. Nos quedamos de pie sin decir nada mirándonos a los ojos como si estuviésemos participando en una triste despedida pero sin derramar ni una sóla lágrima, bajé la mirada me di la vuelta, monté en el coche y seguí mi camino, el camino a casa... No quise saber su número y no quise mirar hacía atrás, por que posiblemente hubiese parado y todo había sido demasiado raro y a la vez bonito que no quería cambiar la historia...


Lo único que he sacado como conclusión es que cuanto más solos nos encontramos siempre aparece alguien que se queda a tu lado aunque sea un completo desconocido de una carretera que va a Lugo...