lunes, 2 de mayo de 2011

Reflexiones raras (3)


Hoy me he puesto a pensar en como nos hacemos las personas... Las manías que adquirimos con el paso de los años cada vez son más raras, yo por ejemplo me asusto de mis manías, la cuestión es que no logro deshacerme de ninguna, si no que las que voy adquiriendo las sumo a las otras. Acarreo desde los tres años con una almohada, que ha recorrido medio mundo por que sin ella no puedo dormir, la necesito, una de las condiciones en las que tiene que estar esta almohada es fresca, hasta el punto de retorcerla inconscientemente cuando duermo. Mis manías relacionadas con la cama son muchas: muevo el pie derecho en círculos, si duermo con alguien tengo que dormir en el lado izquierdo, necesito peso encima de mí utilizando muchas mantas (sea invierno o verano), necesito escuchar ruido para poder dormir, necesito oscuridad absoluta, duermo encima de mi brazo lo cual produce que se duerma y me duela, necesito 2 almohadas y que las sabanas sean suaves y de franela.


Si me pusiese a contar todas las manías que tengo supongo que parecería un ser de los más extraño, pero siempre sigo un patrón: “Lo que no me gusta siempre va antes de lo que me gusta”. Si tengo que hacer dos tareas una sea limpiar y la otra planchar, primero elegiré limpiar (soy alérgica a los ácaros del polvo), cuando me sirven un filete con patatas fritas, primero comeré la carne, si como una pizza, primero comeré los bordes...Mi filosofía de vida es: “Al final, siempre es bueno”.


Otra de las cosas que me sacan de mis casillas es no acabar las cosas; intento siempre finalizarlas, cuando empiezo un libro aunque no me guste, tengo que acabarlo, una película ídem, pero cuando alguien opina sobre un trabajo pictórico antes de acabarlo, lo guardaré y no lo acabaré. Soy una persona maniática con muchos defectos y pocas virtudes reconocidas, pero creo que esas pequeñas cosas excéntricas que tenemos cada uno, son las que nos hacen únicos y mejores, aunque muchas de las manías sean a veces insoportables para los de alrededor...


La cuestión es encontrar a alguien que las soporte y que encima nos quiera por ellas o a pesar de ellas...



lunes, 25 de abril de 2011

Reflexiones raras (2)


Imagino que estar triste, tiene que ser esto... Sentada en mi butaca de piel con mi vaso ancho lleno de hielo y whisky, un cigarro consumiéndose entre mis dedos mientras mi mente se abstrae del mundo, para recordarme lo nimia y poco importante que soy. Repaso cada uno de los capítulos de mi vida en busca de algo que realmente haya merecido la pena ¿Y que encuentro? Espacios vacíos, lagunas de momentos que pude haber vivido y no viví. He de reconocer que la sensación de tristeza me lleva acompañando desde que tengo edad para ser consecuente con mis actos, pero nunca de este modo afectando no sólo a mi estado anímico sino al físico... Soy incapaz de controlar mi cuerpo, me pesa demasiado, me agobia estar y sentir mi piel.


Le doy una calada a mi cigarro, expulso el aire y una lágrima recorre mi rostro, debería dejar de pensar, no soluciono nada... ¿Como cambiar un hábito tan arraigado en mi persona? No hay solución, tengo que vivir con ello. No entiendo por que mi cabeza está jugando conmigo, no lo entiendo, lucho contra mis pensamientos, lucho por no estar triste, pero simplemente no puedo, quizás sea, por que en el fondo es mi estado natural... Noto como el whisky baja por mi garganta recordándome que sigo despierta ¿Que estoy haciendo? ¿Que coño estoy haciendo? ¿Por que no puedo mantenerme fría? ¿Por que no puedo dejar de llorar? ¿Por que mi cabeza tiene que ser tan compleja? Por que digo que es compleja, por que ni yo misma la entiendo, hace lo que le viene en gana, a veces la mantengo a raya, pero otras ocurre esto... Invasión masiva de pensamientos pasados que producen sentimientos contradictorios en mí y peor aún consigue que entristezca. Por ahora seguiré con mi whisky y mi cigarro hasta que consiga tapar recuerdos...


miércoles, 13 de abril de 2011

Reflexiones raras (1)


¿Mi primer recuerdo? ¿El primer recuerdo que tengo sobre mi existencia? Simple, yo apoyando la cabeza sobre las piernas de mi madre despertando de un sueño de mediodía. No recuerdo haberme dormido, tampoco como llegué a ese sofá, pero si sabía que la mujer que me acariciaba el pelo y me preguntaba ¿como se puede ser tan bonita? Era mi madre. Tuve la sensación más extraña de mi vida, como si me hubiese metido en el cuerpo de una niñita, como si tuviese la oportunidad de vivir de nuevo. Y todo por ese maldito sueño que sí recordaba, recuerdo y recordaré... En el yo era una persona adulta, lo que ocurría en el sueño no tiene relevancia, por que en el sueño lo único que hacía era vivir...

Esa primera experiencia de vida, siempre ha influido en mí, como si tarde o temprano tuviese que dejar este cuerpo y despertarme de otro sueño, por eso todas las mañanas cuando me despierto me miro las manos, muevo los dedos de los pies y doy gracias por seguir en este cuerpo, en esta vida...

Sé que tarde o temprano tendré que dejar este cuerpo, pero necesito adquirir más experiencia para que en mi próxima vida recuerde algo e intentar no cometer tantos errores...


lunes, 4 de abril de 2011

Me sentía húmeda...


Hoy me propuse algo, lo necesitaba, mi cuerpo lo pedía, no lo pedía lo gritaba y yo tenía que dárselo, ya había esperado demasiado, lo había echo otras veces pero nunca lo había anhelado como esta.

Supongo que hacia tiempo que no lo hacia y no recordaba bien lo que me producía, pero al cabo de un rato, me sentía húmeda, mojada, el calor se desprendía de mi cuerpo como proyectiles, mi agitación era mayor, mi ritmo cardíaco se aceleraba, mis movimientos aunque lentos al principio se volvían cada vez más rápidos, me sentía extasiada, cuanto más me movía más quería moverme, es como si estuviese drogada, pero de pronto empecé a notar un hormigueo por mis piernas subiendo hacía arriba, por un momento me alejé del mundo, me dejé llevar por el agotamiento... Sí me dio una bajada de azúcar en el gimnasio, que gente más mal pensada...

miércoles, 19 de enero de 2011

¿Soledad?


El otro día decidí que mi tarde la pasaría conduciendo, así lo hice, llené el deposito y me puse en camino, es extraño que todo el tiempo fuese pensando hasta dónde llegaría que me encontraría y de pronto miré por la ventanilla y sentí una fuerte presión en el pecho y lo único que pude hacer fue parar.


Me encontraba en medio de ninguna parte sin batería en el móvil y creedme cuando os digo que no me importaba, me senté en el capó del coche y lo único que hice durante 10 minutos fue mirar hacia la inmensidad del paisaje, como si esperase la respuesta a una pregunta que no había formulado...Estaba sola pero no me encontraba sola, una extraña sensación que tengo la mayoría de las veces, como si mi propio ser fuese suficiente para alimentarme.


Y de pronto paso un coche y el conductor al verme allí, sola, mirando a las musarañas, decidió parar y dar marcha atrás, cuando me pregunto si se me había parado el coche, le respondí que no, a lo que el me contesto ¿entonces que haces aquí, parada? Y mi respuesta fue: no lo sé.


Siempre recordaré la cara de ese chico como si yo acabase de escaparme de un manicomio, pero aunque su cara decía eso, aparcó y paró delante del coche y se sentó a mi lado y nos quedamos los dos sin decir una sóla palabra mirando a las musarañas, de pronto como si mi cerebro volviese a funcionar me di cuenta que tenía a un completo desconocido a mi lado que estaba parada a saber dónde y que en caso de que me fuese a matar mi móvil no estaba operativo ¿y sabéis que? No me importó, lo miré durante un rato y cuando el me respondió la mirada acerqué mi mano y le dije: hola, mi nombre es Nazaret...


Estuvimos hablando durante 3 horas, sin hacer nada más que eso, hablar, sabíamos que no nos volveríamos a ver y creo que en mi vida he sido más sincera con otra persona, me daba igual que me juzgase y por lo visto y escuchado a él tampoco le importó ser sincero.


Pero todo tiene un final y el nuestro fue el silencio, como comenzó, finalizó, me baje del coche y el me imitó. Nos quedamos de pie sin decir nada mirándonos a los ojos como si estuviésemos participando en una triste despedida pero sin derramar ni una sóla lágrima, bajé la mirada me di la vuelta, monté en el coche y seguí mi camino, el camino a casa... No quise saber su número y no quise mirar hacía atrás, por que posiblemente hubiese parado y todo había sido demasiado raro y a la vez bonito que no quería cambiar la historia...


Lo único que he sacado como conclusión es que cuanto más solos nos encontramos siempre aparece alguien que se queda a tu lado aunque sea un completo desconocido de una carretera que va a Lugo...